Jake, Jake... Te estaré siguiendo a dónde vayas...
Pegó un grito tán fuerte, y se fue a su cuarto. Ahora la foto de Mark lo miraba, pero con una sonrisa malévola... Jake, cómo estaba tan asustado... Agarró un cuchillo, se lo clavó en el pecho, pero antes, se cortó el rostro y se saco una foto. Ahí siguen, los dos hermanos, en un marco, mirando a todos...
Eso eran dos amigos que estaban paseando por el campo. En un momento discutieron, y uno le dio una bofetada al otro.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN LA CARA.
Siguieron adelante y llegaron a un río donde se bañaron. El que había sido abofetado comenzó a ahogarse, y lo salvó el otro amigo. Al recuperarse escribió en una piedra: HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.
Intrigado, el amigo pregunto: ¿Por que después cuando te pegué, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?. Sonriendo, el otro amigo respondió: "Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargaran de borrarlo; y por otro lado cuando nos pase algo muy importante, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo".
Dos niñas gemelas tuvieron que cruzar solas porque la madre la llamaron del trabajo para que fuera urgentemente. Les dijo a las niñas que cruzaran solas, pero que tuvieran cuidado, mirando a los dos lados. Las niñas obedecieron. Nada más girarse la madre para marcharse, oyó un golpe muy fuerte detrás de ella. Eran sus hijas, habían sido atropelladas por un camión. Desgraciadamente, las dos habían muerto.
Cuatro años más tarde la madre, aún joven, ya que tenía 34 años, todavía vivía en la misma casa cerca de la carretera y no olvidaba ningún día a sus dos gemelas. Afortunadamente, había vuelto a tener hijos, y casualmente eran dos gemelas. Además, eran muy parecidas a las que murieron atropelladas. Y por eso la madre ya se iba olvidando de ese trágico accidente. La madre les prohibio a que se acercaran a la carretera.
Un día las dos niñas estaban jugando y decidieron cruzar la carretera. No venía nadie en ningún sentido, no había peligro. En el último momento apareció su madre que chillando muy alterada, les dijo que no cruzaran, a lo que las niñas respondieron al mismo tiempo: - Si no pensábamos cruzar,... ya nos atropellaron una vez y no volverá a ocurrir…
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